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  • Foto del escritorMarcos Okseniuk

Las Comunidades y el levantamiento del conde de Salvatierra (I)

Actualizado: 13 may 2018

El levantamiento de Pedro López de Ayala, conde de Salvatierra, durante 1520 y 1521, fue sin lugar a dudas un fenómeno peculiar e interesante de la Guerra de las Comunidades. Tenemos la obra de Echávarri y Olano, La Guerra de los comuneros en el País Vasco, pero ciertamente, como dice Joseph Pérez, ya está algo anticuada para nuestro tiempo. La presente entrada tiene como finalidad recordar un tanto los hechos (que luego desarrollaré detalladamente) y ofrecer una explicación a lo sucedido.


El conde y la Junta


No fue, desde luego, ni el incendio de Medina del Campo ni la votación del servicio en las Cortes de Santiago y La Coruña las cosas que motivaron al conde a alborotar las montañas alavesas, por más que él así lo afirmase el 21 de septiembre de 1520 a la Junta General de la tierra de Ayala:

E les hago saber que tengo de ser en favor dela Sancta Comunidad para que no se paguen en Castilla los tributos que están echados y para aver venganza de las crueldades y quemas de casas y tesoros y muertes de clérigos y frailes y asaetando mujeres y con las escopetas matando los niños.

Carta del conde de Salvatierra a la Junta general de la tierra de Ayala, fechada en Saranda el 21 de Septiembre de 1520 (Danvila, II, p. 222).


Mucho no hay que aclarar tampoco; cuesta imaginar a un señor feudal de su talla lamentarse de los tributos promulgados en Castilla cuando en las decadas pasadas había exigido a sus vasallos de Salvatierra el pago de un derecho señorial consistente en cuatro cuartos de vaca limpia, dos docenas de capones y una docena de ansarones, dos cueros de vino blanco de ocho cántaras y una carga de vino tinto de otras ocho cántaras, entre otras cantidades exorbitantes fuera del sentido común. Menos aún querer vengarse del incendio de Medina del Campo, cuando la Corona le había exigido en varias ocasiones que no hostigase a sus vasallos, con quienes mantenía interminables pleitos.


Pero ahora volvamos a los hechos. Septiembre de 1521. La Santa Junta ya está reunida en Tordesillas y el conde ve que ha llegado el momento perfecto para acudir a ella y denunciar por corrupción a Diego Martínez de Álava, diputado general de la provincia. Lo odia, ciertamente; es su enemigo de antaño. Ya sabemos (no todos, creo) lo que pasa: los comuneros confían a Antonio Gómez de Ayala la investigación pertinente y apartan a Diego Martínez. Las instrucciones que recibirá el primero solo autorizan a la Junta General a reunirse bajo el acuerdo del conde. Insólito, ¿verdad? Si no me creen, acá el fragmento:

Yten que todas las juntas que hisieren de la ermandad sea con acuerdo de los procuradores de la hermandad y del Señor Conde de Salvatierra y se ha en lugar mas conveniente para todos.

Instrucción de lo que debe hacer acerca de las provisiones que lleva para Vitoria y para la Hermandad de Álava (Danvila, II, p. 225).


Los procuradores de la Junta General o una gran mayoría de ellos habrá pensado "¿que se creen esos deservidores?" (otra expresión o retórica no se espera para la época). Por lo demás, esta cláusula del documento contradice otra de ellas, la cuarta, que pide que no se quebrante fuero alguno de Álava o Vizcaya...


Lo que piensa Vitoria


No nos extenderemos mucho en esto, al menos en este artículo. Pero es necesario recalcar que de momento Vitoria está alineada firmemente al partido realista. El día 15 de septiembre niega cualquiera ayuda militar a las Comunidades. Días después toma precauciones de seguridad para hacer frente a cualquier eventualidad (eufemismo: tienen miedo que el conde ataque la ciudad) y en octubre envía emisarios cerca del Condestable (gobernador de Castilla junto con el Almirante y el cardenal Adriano de Utrecht).


Ahora bien, ¿existen partidarios del conde dentro de la ciudad? Desde luego, o al menos puede decirse que así es si nos basamos en una cédula del Condestable dirigida a Diego Martínez y fechada el 23 de noviembre. En ella se le encarga al diputado general la tarea de averiguar quienes mantenían tratos con el conde en Vitoria y en este sentido se hace referencia al bachiller de Ugalde y al bachiller Añastro como quienes «alborotaban al pueblo». Ahí lo dejamos.


El conde con la Junta


La Junta ha caido en la trampa del conde. Ahora los dos piensan lo mismo. ¿Que más da, verdad? Pedro de Ayala está molesto porque Vitoria ordenó a Hernando de Álava que detuviese las cartas y misivas de la Santa Junta: ¡qué falta de respeto y cortesía!, exclamó él literalmente.


A finales de noviembre, el Condestable fracasa en su intento de atraer al conde al buen camino: no lo pudo convencer de engrosar el ejército real con sus tropas ni de encarcelar a los propagandistas y emisarios comuneros que merodeaban por la provincia álavesa. Lo que pasa es que al mismo tiempo que eso ocurría los comuneros le dan al conde el título de capitán general para lo que más o menos podríamos decir que es el norte de España:


Capitán general como hasta aqui lo haveys seydo del Condado de Vizcaya e provincias de Guipúzcoa e Álava e de las cibdades de Vitoria e Logroño e Calahorra e Santo Domingo de la Calzada e de las siete Merindades de Castilla Vieja e de todas las otras cibdades, villas e logares e merindades e tierras e bailes que caen y están desde la cibdad de Burgos hasta la mar.

Copia de minuta del nombramiento conferido a Pedro de Ayala. Desde Valladolid, fechada la misma en abril de 1521 (D, III, pp. 706-709).


Es demasiado tentador y demasiado arriesgado. Ahora Pedro de Ayala tiene bajo su dominio una parte importante del territorio. Su sueño de capitanear huestes medievales se ha cumplido, pero curiosamente tiene que apoyar algaradas antiseñoriales que pudiesen acontecer en tierras de ciertas nobles desafectos al movimiento:


Vos mandamos que todas las tierras, villas e logares del nuestro Condestable de Castilla e Conde de Aro [Haro] e Hurtado Diaz de Mendoza e Conde de Oñate e Conde de Salinas e Martin Ruys de Avendaño e Gomez de Buytron que se levantaren por nos e por nuestra Corona Real, los ayudeys e favorescays (...), a los quales que asy se levantaren mandamos que vos obedescan por nuestro Capitán General, que cunplan vuestros mandamientos e vayan a vuestros llamamientos en el termino e so las penas que vos de nuestra parte les pusyerdes.

Ibídem.


En diciembre, ya tomada la villa de Tordesillas por los realistas, el conde empieza a reclutar tropas de su feudo y en poco tiempo logra reunir más de 2000 hombres bajo su bandera, cantidad que al ser alcanzada en tan poco tiempo, produjo la sorpresa en un emisario del Condestable.


Mientras tanto, Salvatierra fracasa en sus conversaciones con Pedro de Ayala y el 24 de diciembre el Condestable designa a Diego Gómez Sarmiento y de Villaldrando Capitán General de las provincias de Guipúzcoa, Alava, Merindades de Castilla la Vieja, Valdegobia, La Rioja y Burgueva. Finalmente, el mes termina con conminaciones inutiles del Consejo Real. Más vale que ni se molesten.


Vitoria y Salvatierra


En Vitoria continuan las precauciones defensivas y se denuncia la colusión del conde con los insurgentes de la vecina Guipúzcoa. Y eso sí, aprovecha la delicada situación de Castilla para pedirle al rey, ya en enero de 1521, algunas mercedes.


¿Y Salvatierra? Obviamente no nos podemos olvidar de la cabecera del feudo de los Ayala, la garantía de su gran poder. ¿Pero que se puede esperar de los vasallos tan maltratados por su señor y que desde siempre ansiaron incorporarse al patrimonio real? Respondo: que el 16 de enero la villa, reunida en Junta General, declarase su lealtad al rey.


El conde mal arrepentido


En enero de 1521 Castilla ya se ha sumergido por completo en la guerra civil, por lo que del conde se esperaría una ofensiva acorde a las circunstancias. Así fue que, contento con sus 2000 hombres, Pedro de Ayala se encamina a Medina de Pomar y Frías (feudo del Condestable) en un intento de sublevar de paso a las Merindades de Castilla la Vieja (otro gran feudo de aquél). Luego marcha junto con el fogoso Antonio de Acuña y el intrépido Juan de Padilla (dos señores caballeros de buen talante) hacia la capital histórica del reino: Burgos. La idea era dar coraje a sus comuneros para alzar nuevamente la bandera de la rebelión contra el Condestable.


Pero las teorías son teorías nada más. La desincronización tan común en esos tiempos echa todo a perder, y los realistas logran dominar la situación dentro de la ciudad. Todos estan desilusionados, sobre todo nuestro querido conde.


Hay que decir que el Condestable supo explotar a favor esta situación, pues el 25 de enero suscribió una cédula que le promete al conde, si licencia sus tropas, el perdón y la nulidad de todas las provisiones expedidas desde el 29 de septiembre del pasado año contra él, su tierra y vasallos. ¿Y que fue lo que pasó llegado este extremo? El siguiente fragmento lo resume bastante bien:


El conde respondió que era contencto con que perdonasen a el y a los otros que heran con el.

Carta del Condestable de Castilla al rey, fechada en Burgos el 29 de enero de 1521 (D, III, pp. 152-155).


Hacia el 27 o 28 de enero de 1521 la negociación ya está terminada y el conde licencia sus tropas.


¡Que bien que ha salido todo esto!, exclama el Condestable al rey en la carta ya citada. Eso sí, en caso de que vuelva a pecar, no sabe el castigo que le espera...


En la próxima parte veremos cuán sincero fue este arrepentimiento. Por ahora, parecería que no mucho.

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